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"Una Banda en la biblio"
Por María Inés Gómez Gallo (bibliotecaria).
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Primera parte: "Desde dónde llegamos a pedir la visita."
Ya desde el año pasado venimos haciéndole espacio a las historietas entre los libros de la biblio. Desde antes había revistas y libros de historietas, pero eran pocos. Espacio tenían, pero también era poco. Y yo sabía…muy poco. No podía verlas más allá de algunos preconceptos: “un formato diferente”, “muchos dibujos” y el clásico “más fáciles de leer”.Entre las anécdotas más antiguas que tengo del trabajo en la biblio, está la de aquella mamá preocupadísima porque a su hijo no le gustaba leer, lo que le estaba complicando las cosas en la escuela y le había valido repetidas advertencias de que “debía practicar lectura”. Entonces le hablé del taller de apoyo escolar, pero también del préstamo de libros y las virtudes de que el pibe pudiera elegir los y llevarlos a sus casa. Ya estaba el muchachito con un libro de historietas de El Zorro, cuando la mamá se lo sacó diciendo “este no, algo que te sirva para aprender”. Glup. En aquel momento no me alcanzaron los argumentos para que saliera El zorro en lugar de un tradicional libro de texto de tercer grado. Saltando ocho años en el tiempo, el boom Gaturro había llegado a Carrillo. Y, respondiendo a la demanda, adquirimos todos los números de la serie de historietas publicada hasta el momento. No uno, sino dos ejemplares de cada título. Cuando alguien traía uno para devolver, ni siquiera llegábamos a ponerlo en el estante porque del mismo cajón de devoluciones ya lo sacaba otro lector para llevarlo, tal era el interés por esos libros.Pero sucedió que en muy poco tiempo perdimos todos, todos, todos los ejemplares de Gaturro. Habíamos ido comprando algunos números perdido, porque algunas bajas siempre entran en nuestras expectativas, pero nunca tan abruptas ni ordenadas: ¡la colección entera desapareció! Alguna vez vimos “transacciones” por la ventana o libros sin registrar saliendo en alguna mochila. Pero no nos alcanzaron los cuidados para evitar que los 45 ejemplares que supimos tener, volvieran.
“Serían tantas las ganas que tenían de poseer esos libros”, nos dijimos para tratar de entender lo que pasaba. Consuelo insuficiente. Podría alegrarnos de alguna manera esa hipótesis, pero en realidad queremos mantener los libros de la biblio disponibles para todos. Cuando estuvo la posibilidad de reponer los ejemplares comprando nuevos, sucedió algo importante: nos reposicionamos, buscamos ir más allá de la demanda, aunque la demanda fuera tan fuerte. Recuerdo un precepto bibliotecológico al respecto de que el fondo documental de una biblioteca debe responder a los intereses de sus usuarios, pero también generar en ellos intereses nuevos…
Entonces, en la Feria del libro infantil de ese año, elegí participar de las propuestas relacionadas con la historieta. Buscaba desentrañar un poco aquello que conocía livianamente y desde la perspectiva docente, que todo lo pasaba por el tamiz de los contenidos curriculares, de lo enseñable.Ya el postítulo de literatura infantil y juvenil de CePA me había abierto una ventana diferente al mundo de la historieta. Pues bien, por esa ventana quería entrarle.
Acá es donde viene el encuentro con Fabián y César de La banda dibujada, que nos acompañaron a recorrer la Feria. Por supuesto, empecé a ver cosas que antes no había visto, a detenerme donde había pasado de largo, a cuestionarme algunos prejuicios que tenía por ejemplo, acerca del manga, simplemente por desconocimiento. Y así pude darle lugar al asombro y la admiración.Además, fue una oportunidad para prestar especial atención al lenguaje y los recursos gráficos de la historieta, que son muchísimos. Estuvo bueno ponerle nombre a lo que intuitivamente los lectores leemos en la historieta. Se leen las palabras, pero también se leen los dibujos, las líneas, los trazos, los colores, los tamaños, los símbolos, los planos…y todo eso interactuando para construir sentidos. Son tantas las cosas que se leen en las historietas, que aquel preconcepto de que se leen más fácil resulta simplista. Porque vale la pena entender todo lo que un lector ponen en juego para leerlas y valorar la riqueza de su lectura.Una de las cosas más importantes de aquel recorrido fue descubrir la producción nacional: las colecciones de Aventuras dibujadas y Toing, por ejemplo. Y también ver el esfuerzo que significa pasar de la publicación de tiras o capítulos incluidos en publicaciones periódicas a libros que puedan conservarlas mejor.
El valor de esa experiencia fue enorme: pude ver “más allá de Gaturro”, como digo a veces. Esa travesía por la Feria, impactó en la biblioteca en dos sentidos: muchos libros y revistas nuevos para nuestros lectores y mi mayor entusiasmo y compromiso con la lectura de historietas.Y “hacerles lugar” significó eso precisamente: no poner las historietas apretadas entre otros libros, no hacerlas invisibles acomodándolas de canto en los estantes, sino disponerlas de modo que se vieran bien, que llamaran a los lectores desde sus tapas…compramos un revistero especial para eso. Y la respuesta de los pibes a esta “provocación” no se hizo esperar. Da gusto ver los libros de historietas gastados de tanto salir y tener que reponer títulos de vez en cuando.
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Empezamos el 2011 con la intención de que hubiera un taller de historieta en la biblio alguna vez…vez que fue más pronta de lo que hubiéramos creído, porque la solicitud de visita que hicimos a La banda dibujada tuvo respuesta inmediata. Los invitamos temprano en el año, cuando su agenda todavía tiene espacio.Así que cuando hubo una fecha acordada, empezamos a esperar con ganas ese día. Con ganas y preparativos: carteles, invitaciones, actividades especiales.Una de esas actividades fue una “mesa de libros” específicamente en relación con la historieta. Había de todo: libros de tapa dura, revistas, colecciones, cosas antiguas y cosas nuevas…
Fue interesante mirar con los chicos:
…cómo las tiras o capítulos publicados en una revista, por ejemplo Genios, eran reunidos en libros como Después de clase o Martin Holmes.
…cómo se han hecho versiones en historieta de películas de dibujos animados.
…cómo una obra literaria podía ser llevada a la historieta. Vimos El principito, El fantasma de Canterville y otros, en sus versiones originales e historieta.
…cómo en algunos libros se cuenta por ejemplo, la historia de Egipto, o el 25 de mayo o una biografía, en forma de historieta.
…y cómo hay libros que “parecen cuentos y también historietas” como dijo una nena. Es el caso de Flotante y Detective Chaterton, poe ejemplo.
Como la mayoría de las veces, no se trató de “una clase”, ni siquiera de un momento ordenado o demasiado controlado, sino de una invitación a los chicos que quisieran participar. Los profes que estábamos ahí nos quedamos leyendo con los chicos. Valía acercarse a la mesa e irse cuando cada uno quisiera. Así que unos participaron de principio a fin, otros entre tarea y tarea, otros apenas al final. Algunos leían solos, otros compartiendo de a varios…múltiples escenas de lectura en el marco de la propuesta.Ya casi cuando empezábamos a guardar, me acerqué a Jenny y Alejandra con un ejemplar de la revista LA valijita. Dije que tal vez, si no abrían esa revista porque es “para nenes de jardín”, se perdían la posibilidad de encontrarse con Facu y Café con leche, de Chanti. Les conté que desde que mi hijo tiene dos años, es su historieta favorita. Tanto, que cuando las revistas ya estaban para tirar, de gastadas que estaban, armé una carpeta con los capítulos de la historieta para no perderlos y que la seguimos leyendo muy frecuentemente. Así que leí para ellas un capítulo y con eso alcanzó para que fueran solas buscando todas las Valijitas de la biblio para buscar esa historieta. Obviamente, fue un momento importante para volver a invitar al taller.
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Tercera Parte: "Y llegó el jueves, y pasó todo esto:"
Con Nando y Fabián nos encontramos en Virreyes. La idea era llegar en remís al barrio, pero por la posibilidad de que Castañares estuviera cortada por la toma del complejo habitacional, el premetro resultó la mejor opción.Carolina, Ana y Mara pasaron por Virreyes y llevaron primero al Centro mis pedidos: bajar pizarrones del sum, buscar tizas y borrador, ir hablando con los chicos para que se preparen…
Cuando llegamos la biblio estaba en su mejor forma: llena. Pero hacía falta organizarse para empezar el taller: los que pudieran, terminar sus tareas, los que no, ir a otro espacio del Centro, correr mesas, disponer sillas….de a poco todo estuvo listo.Como siempre, encendí mis radares para leer lo que estaba pasando. Fueron momentos muy intensos con muchas cosas importantes pasando al mismo tiempo, no hay modo de ordenar todo como una secuencia simple. Así que intento domar un torbellino de recuerdos y reflexiones para contar que: El martes pasado me acerqué con Alicia hasta la casa de Antonio Cordero. Es un señor grande Antonio, muy grande. Debe rondar los setenta años. Desde la primera vez que vino a la biblioteca hace unos años, preguntó por historietas. No teníamos mucho para ofrecerle, pero se fue llevando en préstamo todo lo que tuvo disponible. Más de una vez nos trajo revistas par donar. Ejemplares de El Tony, por ejemplo. Siempre que se pudo comprar material nuevo lo tuve en cuenta. Era algo especial. Él me hablaba de historietas y yo sentía que nunca podía sostener la conversación a su altura. Por eso cuando se confirmó la visita de La banda lo fui a invitar. Cuando me vio en su puerta lo primero que dijo fue “¡Tengo que devolver lo del año pasado!”. Le aclaré que no venía con un reclamo sino con una invitación.El jueves estuvo puntual, acompañado por un amigo suyo que era la primera vez que entraba a la biblio. Los dos se quedaron durante la charla, participando con risas y comentarios, muy atentos. Incluso se quedaron hasta el momento de dibujar, haciendo el esfuerzo grande de superar sus limitaciones con el dibujo.
También estuvieron los alumnos adolescentes-jóvenes del taller de Alfabetización. Era un desafío invitarlos, en el sentido de que siempre es un desafío sostener sus ganas de participar y su atención. Pero como no se trataba de una actividad obligatoria, pudieron quedarse o irse según acordaran con sus maestras. La verdad es que la mayoría participó de la charla con interés, e incluso algunos llegaron a dibujar. Así nació Paco, el personaje que Alejandro Gagietta creó.
Párrafo aparte merece Nehuén, un pequeño de no más de 8 años que desde que se acomodó en su silla no dejó de leer el libro de Superman que tenía en las manos. Mal mirado, hubiese parecido que estaba distraído. O faltando el respeto por que, estando a un metro de quien hablaba, casi no lo miraba. Pero bien mirado y bien escuchado, fue uno de los participantes más atentos: cada vez que Nando explicaba algo, un tipo de globo por ejemplo, Nehuén levantaba su libro y señalaba en voz alta “¡Como acá!”. Estaba concentradísimo entre su libro y la charla. Tremendo ejercicio lector que se hubiese perdido si nos poníamos en rígidos y le sacábamos el libro para que “prestara atención” (a nuestra manera). El torbellino de Samanta hizo lo que mejor le sale: fue interrumpiendo, molestando a los que escuchaban, escribiendo en el pizarrón al lado de lo que Nando y Fabián hacían…
Samanta, nuestra tormenta apasionada, niña revolución que no deja de reclamar que la miremos y nunca alcanza cuanto la miramos. Sin conocerla, ellos la dejaron acercase y hacer sin sentirla como un problema. Una señal de lo buena gente que son… Mediando la charla llegó Vilma, una chica que vive en Fátima y de la que había recibido comentarios acerca de su pasión por el dibujo. Ricky me había mostrado la contratapa de Poner el pecho 4, con dibujos de ella. Unos días antes la había llamado para invitarla, pero no confiaba del todo en que se acercara. Ni nos conocíamos. Pero se ve que ella vio una oportunidad en la invitación y allí estuvo, sorprendiéndonos al mostrar una carpeta con sus dibujos, contando cómo los hace, en qué tiempos, con que materiales…
Fue alucinante el imán que tuvieron los dibujos de Vilma para que los pibes se acercaran a ella con una admiración tremenda. Le preguntaban cosas como quién entrevista a un ídolo y ella, tímida, o más bien suave, nos daba generosamente sus explicaciones. Nos quedó abierto el desafío de poder ofrecerle a Vilma algún espacio especial para que pudiera seguir desarrollando su potencia artística: pensamos en que pueda escanear sus trabajos, armar un blog, seguir encontrándose con los pibes que no dejaban de mirarla asombrados… Por supuesto, pasar de la charla al dibujo era un momento-bisagra: las hojas parecen más enormes, más blancas y más vacías cuando uno quiere y no sabe cómo hacer. Más cuando se trata de una habilidad tan especial como el dibujo, tan ligada cierto imaginario acerca de “dibujar bien” o “dibujar mal”. Y no alcanzan apenas unos minutos para que quien se siente limitado con el dibujo pueda entender que para hacer una historieta no es imprescindible “dibujar bien”. Que los personajes no necesariamente tienen que ser realistas, que puede haber una historieta con cuadrados y círculos como protagonistas, por ejemplo. En este sentido creo que es muy importante que los pibes estén familiarizados con una amplia variedad de historietas que muestren estas posibilidades, que haya muchas historietas leídas en su biografía lectora. Muchas veces sucede que la enseñanza de contenidos conceptuales y procedimentales en torno a la literatura se da en una carrera acelerada que propone por ejemplo, la lectura de un cuento policial-el análisis de sus características-la producción propia. O para enseñar poesía, lectura de dos o tres poemas-análisis-producción. O para enseñar el formato textual de la carta, lectura de una carta-análisis del formato- escritura de una carta. Así de lineal, como una línea de producción. Cuando en realidad para aprender y aprehender la lengua, la literatura y sus enormes posibilidades, creo que hace falta la posibilidad de ejercer la lectura y la escritura más intensamente, en distintas situaciones. Ahí es donde la biblioteca popular tiene mucho para ofrecer: en la posibilidad cotidiana de los lectores de encontrarse con los libros y con los otros lectores. En una variedad de ocasiones que enriquezcan las experiencias lectoras de los participantes. Algunas veces será como parte de un grupo determinado, otras veces en forma individual, otras con una mediación marcada de parte de los docentes del Centro educativo, otras de manera más autodidacta y sin tiempos predeterminados, otras fuertemente planificadas, otras casuales, otras en el marco de una actividad especial como la que significó la visita de La banda.
Había que ver la biblioteca llena, con gente de las más diversas edades: pibes de primaria (algunos con hermanitos y mamaderas incluidos), de secundaria, adolescentes, jóvenes…hasta llegar a José Antonio, palabras mayores.Y entre tanta diversidad, no hubo problemas, lo que no es poco. Y después de pensar en que “no hubo problemas” (temores mediante), asistimos al valor del intercambio entre los participantes y al valor de una convocatoria que resulta tan amplia. Todos estábamos llamados a entrar en “el fascinante mundo de la historieta”, como Nando dice.También a nivel de los profesores fue una buena experiencia, en tanto los docentes de distintas áreas y talleres nos reunimos en la propuesta del día, acompañando a los destinatarios de nuestro trabajo y acompañándonos entre nosotros. Para mí, fue una gran cosa, entre la tensión que tenía por que todo estuviera bien, verlos ahí, contar con ellos para lo que esta vez propusimos desde la biblio.
Mi visión, por supuesto, está determinada por mi posicionamiento ideológico-pedagógico y por las pasiones con las que vivo la profesión.
María Inés Gómez
21 de marzo de 2011
2 comments:
¡Qué placer saber que aquello que se propone desde la Feria del Libro Infantil tiene estos resultados¡
Mis felicitaciones a la bibliotecaria por sus inquietudes y búsquedas y por supuesto a los integrantes de BD con quienes en un placer trabajar y que todos los años nos acompañan.
Nos vemos en la travesía de este año el jueves 21 de julio donde esperamos sumar a muchos bibliotecarios más para introducirnos en este mundo de lecturas que tiene tantas sorpresas.
Libertad Margolles
Muy buena entrada. ¡Qué gran experiencia! Y qué lindo ver que la historieta puede romper los moldes y crear nuevos lectores, como nos pasó a muchos que hoy somos garndes lectores y empezamos leyendo historietas en Billiken o Anteojito.
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